¡AL COLE POR PRIMERA VEZ!
Pronto llegará el temido momento. Soltarás su manita y le dejarás
con sus nuevos compañeros de clase. ¿Te despedirá llorando? o ¿se alejará de
ti sin decirte ni adiós? Pase lo que pase, recuerda que el niño necesitará
algún tiempo para adaptarse a la nueva situación y tú le puedes ayudar.
BELÉN
MARINA. Psicóloga
La mayoría de los padres están deseando
que llegue el momento: su hijo va por fin al colegio. Tendrá amigos, aprenderá
de forma divertida, comprenderá el valor del esfuerzo... En una palabra,
empezará a hacerse mayor. Y esto produce una mezcla de satisfacción, orgullo y
cierta nostalgia. ¡A fin de cuentas, tener un niño mayor significa que te has
quedado sin bebé! No cabe duda: comienza una nueva etapa en la vida de tu hijo.
¡¡¡AL COLE NOOOOOO!!!
Y como cualquier cambio, esta nueva etapa
requiere una adaptación. Unos lo llevan mejor que otros. Algunos no lo pasan
mal nunca. En cualquier caso, los que "berrean" se hacen notar más
que los que se sientan tranquilamente a jugar en un rincón, aunque sean
mayoría.
Para el niño, con la llegada al cole se
transforma completamente su mundo: no están papá y mamá, ni la abuela, ni la
niñera; hay un montón de niños desconocidos que se empeñan en quitarle su
juguete y que alborotan mucho más que la tele de casa; no sabe qué va a pasar a
continuación y, para colmo, a nadie parece importarle gran cosa lo que él
quiere o no quiere, porque la "seño" se empeña en atender también a
todos los demás. Debe esperar turno y no sabe cómo se hace.
Adaptarse a tantos cambios a la vez es muy
duro y es normal que se sientan desamparados. Pero, a pesar de todo, la mayoría
se adapta al nuevo entorno sin grandes dificultades. Alguna cara seria, alguna
lagrimilla, y ya está. Son muy pocos los que lo pasan peor. ¿Qué puedes hacer
para suavizarles el trago?
CON UN POCO DE AZÚCAR...
La reacción del niño en los primeros días
de colegio depende fundamentalmente de su personalidad. Es inútil hacer
pronósticos. "No creo que María tenga problemas, porque es muy sociable y
muy alegre...” Y María lloró todas las
mañanas desde septiembre hasta febrero. "Nacho lo pasará mal, porque no es
nada independiente." Y Nacho descubrió el maravilloso mundo de las fichas
y los lápices, y fue feliz desde el primer día. Pero, asumidas esas diferencias
entre unos y otros, hay medidas que puedes tomar para ayudar a tu hijo:
MEDIDAS A TOMAR
- Deja que participé en las compras previas: que elija
su mochila, compara con él los libros y enséñaselos, si lleva uniforme deja que
se lo pruebe antes y comenta con toda la familia lo guapísimo que está...
píntaselo bonito, pero sin exagerar, porque podría sentirse traicionado.
- Si el
colegio lo permite, intenta que tu hijo se integre de forma paulatina. Tal vez
el primer día sea suficiente con que esté un par de horas, después tres, y así
sucesivamente. Lo que más les suele costar es quedarse a comer.
LÁGRIMAS... ¿DE COCODRILO?
¡Qué pena da verles llorar amargamente
agarrados a nuestra pierna, mientras su profesora tira de ellos hacia dentro!
Los padres se alejan con un nudo en el estómago, y no se quitan al niño del
pensamiento hasta que, por fin, vuelven a recogerle.
Pero tu actitud en ese momento es
decisiva. Si el niño te ve dudosa o demasiado triste, estás perdida. Lo mejor
para él es que le transmitas seguridad sobre lo bien que va a estar allí.
Sonríe, dale un beso, y ayuda a su profesora a despegártelo. ¡y no se te ocurra
llorar! Como Pablo, que dejó boquiabiertos a todos con su "papá, venga, no
llores, ¡si ya verás como luego vuelvo!". Aunque parezca mentira, esta
escena ocurrió de verdad.
¿Hasta cuándo las lágrimas? Para empezar,
hay niños que no sólo no lloran, sino que, si te descuidas, salen corriendo sin
decir ni siquiera adiós. También los hay que sólo lloran un día, o una semana;
existen los que lloran por contagio y por último, los que no lloran la primera
semana, y, cuando más confiados están sus padres, creyendo que todo ha ido
estupendamente, comienzan a llorar, porque de pronto comprenden que aquello va
para largo, que no era sólo cuestión de un par de días.
Y luego están los espabilados. Otra
historia real: Ana tiene tres años, y lleva una semana en el colegio. Llega
llorando, pero se calla en cuanto su madre desaparece. Vuelve a comer a casa y,
de momento, no va por las tardes. Un buen día, cuando su profesora les dice que
"toca" lavarse las manos, la niña le pregunta, " ¿es que ya es
la hora de comer?". Y le contesta "sí, Ana, enseguida viene
mamá". Y Ana, sin decir nada, se va a su mesa y comienza a llorar a voz en
grito. "Pero, bueno, Ana, ¿qué te pasa?" Y entre grandes hipos,
contesta, "nada, es para que me vea mamá". Y efectivamente, su madre
la encontraba todos los días hecha un mar de lágrimas. Aquello duró el tiempo
que la madre tardó en convencerse de que la profesora decía la verdad cuando
insistía en que la niña sólo quería llamar la atención.
SI TU HIJO ES DE LOS QUE LLORAN...
- Cuéntale qué es lo que va a hacer a lo
largo del día, y dale una referencia clara para que él sepa cuándo vas a ir a
buscarle. Por ejemplo, "después del recreo de la comida, os laváis las
manos, os quitáis el babi y yo llego enseguida".
- Trata de distraerle camino del colegio:
canta, cuéntale un cuento, o juega a encontrar coches rojos. Si llora, haz como
si no pasara nada.
- No le mientas: si te pregunta, no le
ocultes que mañana va a volver, y pasado también, y la semana que viene... Si
tiene algún juguete o muñeco de consuelo, pregunta en el colegio si le dejan
llevarlo. Tal vez así se sienta más acompañado.
- Si tiene hermanos mayores quizá le dejen
verles un momento en el recreo. Pero sé previsora; no lo permitas si puede ser
contraproducente.
- El primer día que no llore, celébralo de
forma un poco exagerada: ponle su pos-tre preferido, llama a los abuelos y a
los tíos para contarles que se ha hecho mayor... Cualquier muestra de alegría
será agradecida.
REVISTA GUÍA DEL NIÑO Nº 33
0 comentarios:
Publica un comentari a l'entrada